Tras un partido, es habitual ver a los deportistas rodeados de compresas frías, cubetas con hielo o incluso entrando a tinas heladas. Aunque parece un ritual repetido en cualquier disciplina, la aplicación de frío cumple un propósito fisiológico puntual que se ha adoptado como parte esencial de la recuperación moderna.
¿Qué sucede en el cuerpo después de un esfuerzo intenso?
Una competencia provoca microlesiones musculares, inflamación, aumento de temperatura corporal y estrés en articulaciones y tejidos blandos. Estos cambios son normales, pero generan dolor y reducen la capacidad de recuperación si no se atienden de inmediato.
¿Por qué el hielo ayuda a reducir la inflamación?
El frío provoca una disminución en el flujo sanguíneo de la zona afectada, lo que limita el avance de la inflamación. Este proceso no elimina la lesión, pero sí evita que se agrave y reduce la sensación de molestia que aparece tras un esfuerzo prolongado.
¿Qué beneficios aporta el hielo en la recuperación de los deportistas?
Además de controlar la inflamación, el hielo ayuda a disminuir el dolor muscular de aparición tardía, acelera la recuperación entre partidos o sesiones de entrenamiento y favorece que los tejidos afectados regresen a su estado normal más rápidamente.
¿Es mejor el hielo directo o los baños fríos?
Las compresas frías se usan para atender zonas específicas, como tobillos, muñecas o rodillas. En cambio, los baños de inmersión en agua helada permiten una recuperación general al actuar en casi todo el cuerpo. La elección depende del tipo de actividad y del daño muscular provocado.
¿El hielo puede sustituir otras técnicas de recuperación?
No. El frío es solo una parte del proceso. Los especialistas señalan que se combina con hidratación, estiramientos, descanso adecuado y, en algunos casos, masajes o compresión. Usarlo en exceso también puede ser contraproducente si se aplica sin control.
Podría Interesarte: México vs Uruguay: horario, canal y cómo ver EN VIVO el amistoso rumbo al Mundial 2026












