Pequeños torbellinos: 5 conductas comunes en niños con TDAH que no puedes ignorar
A veces parecen tener un motor interno que no se apaga, otras, viven en un mundo paralelo. Entender sus conductas no es etiquetarlos, sino tender puentes hacia su mundo.
Cuando Sofía, una maestra de primaria con veinte años de experiencia, conoció a Emiliano, supo que no era un niño común. No paraba de moverse, interrumpía constantemente y olvidaba todo... incluso su mochila. Pero también tenía una chispa brillante, una imaginación desbordante. Fue entonces cuando escuchó por primera vez esas siglas: TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). Lo que parecía simple mal comportamiento, tenía un trasfondo mucho más profundo.
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¿Por qué no pueden quedarse quietos?
La hiperactividad no es solo inquietud: es como si el cuerpo del niño necesitara moverse para poder pensar. Saltan, corren, se levantan de la silla, incluso cuando no es el momento. Esta energía inagotable no es caprichosa, es parte de su neurología. A veces, como en el caso de Emiliano, el movimiento es su forma de autorregularse.
¿Qué hay detrás de su falta de atención constante?
No se trata de falta de interés. La distracción extrema en niños con TDAH puede hacer que olviden instrucciones sencillas o pierdan objetos todo el tiempo. Su cerebro, lleno de estímulos, brinca entre pensamientos sin poder enfocarse en uno solo. Sofía notó que Emiliano podía concentrarse… pero solo en lo que lo apasionaba.
¿Por qué interrumpen tanto o parecen desafiantes?
No es mala educación. Muchos niños con TDAH no filtran sus impulsos: hablan cuando se les ocurre una idea, actúan sin pensar en consecuencias. Lo hacen sin intención de molestar. Para ellos, esperar su turno puede ser una tortura. Sofía aprendió que no necesitaba más castigos, sino nuevas estrategias.
Comprender estas conductas es clave para ayudarles a brillar sin apagar su esencia.
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