Escuchar el propio nombre cuando no hay nadie cerca es una experiencia más habitual de lo que parece. Aunque para algunos puede resultar inquietante, especialistas en neurociencia explican que este fenómeno tiene raíces en la forma en que el cerebro procesa la información, especialmente en entornos donde existe ruido ambiental, distracciones o cansancio acumulado.

El nombre propio es uno de los estímulos más importantes para la mente humana. Desde la infancia se convierte en una señal auditiva prioritaria; por ello, el cerebro está entrenado para detectarlo aun entre sonidos confusos. Esta “sensibilidad automática” puede provocar que, en ocasiones, interprete ruidos aleatorios como si fueran una llamada directa.

Además del ruido y la atención selectiva, existen otros factores que pueden influir, como el estrés, la falta de descanso o los pensamientos repetitivos. No se trata de alucinaciones en un sentido clínico, sino de un procesamiento acelerado de la información que intenta dar sentido a todo lo que escucha.

En la mayoría de los casos no representa un riesgo. Sin embargo, cuando esta percepción se vuelve constante o interfiere en la vida diaria, especialistas recomiendan acudir a una revisión profesional para descartar alteraciones en la calidad del sueño, ansiedad elevada u otros factores.

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