Asperger, TDAH y Autismo: ¿Un mismo universo con distintos lenguajes?
Aunque suelen confundirse, el Asperger y el TDAH tienen caminos únicos dentro del neurodesarrollo. Pero ¿realmente forman parte del espectro autista? La ciencia nos da claves… y sorpresas.
A veces, una etiqueta puede abrir puertas… o levantar muros. En una sala de espera, una madre cuenta que su hijo tiene Asperger, otra dice que el suyo tiene TDAH, y ambas se preguntan si en realidad sus hijos están en el mismo espectro. La respuesta no es tan simple, pero está llena de historia, diagnósticos y evolución en la forma en que entendemos la neurodiversidad.
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¿Qué es el espectro autista y por qué cambió tanto?
Hasta hace algunos años, el síndrome de Asperger se consideraba una condición aparte, con características específicas como la inteligencia promedio o superior y dificultades sociales. Sin embargo, en 2013 el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) eliminó el diagnóstico de Asperger como tal, integrándolo en el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Esto no significa que ya no exista, sino que se reconoce como una variante dentro del espectro, generalmente en los niveles más leves.
¿Y el TDAH? ¿Es parte del mismo espectro?
Aquí la historia toma un giro diferente. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) no está clasificado como parte del TEA, pero comparten muchas características: dificultades de concentración, rigidez cognitiva y problemas sociales. Además, pueden coexistir en la misma persona, lo que genera aún más confusión. Pero en términos diagnósticos, el TDAH es independiente del autismo.
¿Entonces por qué parecen tan parecidos?
Porque en la práctica, ambos trastornos pueden generar conductas similares: evasión de contacto visual, impulsividad, rutinas rígidas. Y sí, es posible que una persona tenga ambos diagnósticos. Pero cada uno tiene un origen, evolución y tratamiento distinto. Lo importante es mirar más allá de las etiquetas y entender a la persona detrás de ellas.
Asperger y TDAH pueden convivir con el espectro autista, pero no son lo mismo. Comprender sus matices es la clave para una inclusión real.
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