Gaslighting: El arte oscuro de reescribir tu realidad, según la neurociencia

¿Y si te dijeran que lo que recuerdas nunca pasó? El gaslighting no solo manipula tus emociones: reprograma tu cerebro. Descubre qué dice la ciencia sobre esta sutil forma de control.

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Imagina despertar un día sin estar seguro de si lo que viviste realmente ocurrió. No es un thriller psicológico: es el día a día de quienes han sido víctimas del gaslighting, una forma de manipulación emocional donde alguien —una pareja, un jefe o incluso un familiar— siembra dudas sobre tus recuerdos hasta hacerte cuestionar tu cordura. Aunque el término viene del cine de los años 40, la neurociencia moderna está revelando lo que realmente ocurre en el cerebro cuando alguien intenta moldear nuestra memoria a su antojo.

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¿Cómo logra el gaslighting alterar lo que creemos real?

Según estudios recientes en neurociencia cognitiva, los recuerdos no son archivos estáticos, sino reconstrucciones activas. Cada vez que los evocamos, pueden modificarse. Los gaslighters lo saben (consciente o inconscientemente) y explotan esa maleabilidad. Con repetición, negación y distorsión, plantan nuevas “versiones” de los hechos, activando regiones como la amígdala y el hipocampo —áreas relacionadas con la emoción y la memoria— que pueden priorizar lo emocionalmente dominante sobre lo verídico.

¿Qué efectos tiene en el cerebro de la víctima?

Las víctimas de gaslighting suelen mostrar signos de estrés crónico, similares a los que genera el abuso psicológico. Este estrés activa el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, alterando la percepción de realidad y reduciendo la confianza en uno mismo. Con el tiempo, se forma una especie de “niebla mental” en la cual incluso los recuerdos más claros se vuelven inciertos y dolorosos.

¿Se puede revertir el daño que causa?

Afortunadamente, sí. La neuroplasticidad del cerebro permite reentrenar los patrones dañados. Terapias como EMDR, mindfulness o la escritura terapéutica ayudan a recuperar la confianza en los propios recuerdos. Reconocer el gaslighting es el primer paso para detenerlo. Porque lo que viviste sí importa. Y tu memoria, también.

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