En la Santiago bohemia del siglo XIX, donde los cafés se mezclaban con los rumores, nació una historia que desafía el tiempo y la lógica. Tito Lastarria era un personaje enigmático, elegante, siempre vestido de negro, con sombrero de copa y bastón. Se dejaba ver al caer la noche, caminando por el barrio Lastarria, como si flotara entre las sombras. Pero lo más inquietante no era su presencia, sino los misteriosos fallecimientos que coincidían con sus apariciones.
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¿Quién fue realmente Tito Lastarria?
Algunos afirman que fue un aristócrata europeo que llegó a Chile huyendo de su pasado. Otros sostienen que nunca nadie lo conoció en vida, solo por sus apariciones nocturnas. En los archivos oficiales no figura su nombre real, pero los vecinos hablaban de un hombre con mirada penetrante y piel helada, que jamás entraba a un lugar sin ser invitado… y que desaparecía al amanecer.
¿Qué hacía tan temido a este personaje?
Cada vez que Tito aparecía, alguien moría. Jóvenes pálidos eran hallados sin una gota de sangre. No había marcas visibles, pero todos sabían: él había estado ahí. Nadie lo enfrentaba, y quienes lo intentaron, desaparecieron. Los testigos decían que no comía, no hablaba… solo observaba. Los perros le huían, y su sombra nunca coincidía con la dirección de la luz.
¿Cómo perdura su leyenda en el Santiago actual?
Aún hoy, hay quienes aseguran verlo. Caminando por la calle Lastarria, impecable, elegante, con un bastón y un brillo extraño en los ojos. Los más osados lo siguen, pero ninguno llega al final del recorrido. Dicen que si escuchas sus pasos tras de ti… no mires atrás. Podrías verte en sus ojos, justo antes de perderte para siempre.
Tito Lastarria sigue vivo… al menos en la memoria y en las sombras.
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