Estrenar algo suele venir acompañado de un aroma particular. Lo percibimos en autos recién salidos de agencia, muebles recién armados, dispositivos electrónicos o incluso ropa nueva. Aunque lo relacionamos con limpieza, modernidad o calidad, su origen es más técnico de lo que parece.

¿Qué compuestos provocan el olor a “nuevo”?

El aroma proviene de compuestos que se liberan después de los procesos de fabricación. Muchos productos contienen adhesivos, tintas, barnices, recubrimientos o plásticos que desprenden partículas volátiles al contacto con el aire. Esta liberación es mayor durante los primeros días y disminuye con el uso y la ventilación.

¿Por qué lo asociamos con estrenar si no siempre es agradable?

La respuesta está en la memoria y en la experiencia. Con el tiempo, las personas han vinculado ese aroma con la idea de adquirir algo recién hecho, exclusivo y sin uso previo. Es una relación cultural reforzada por la publicidad, el consumo y la sensación de novedad.

¿Puede ser perjudicial respirar ese aroma durante mucho tiempo?

En espacios cerrados y sin ventilación, algunos compuestos pueden resultar irritantes para personas sensibles, especialmente en productos como pinturas, alfombras, automóviles o muebles. Por ello, expertos recomiendan ventilar durante los primeros días para reducir la concentración en el ambiente.

¿El olor a nuevo desaparecerá con el paso del tiempo?

Sí. Conforme el material se estabiliza y las partículas se dispersan, el aroma se atenúa hasta desaparecer. La duración depende del tipo de producto, su fabricación y el entorno donde se encuentre.

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