Era marzo de 2024 cuando la Asamblea Nacional de Francia dio el primer golpe: un impuesto ecológico, prohibición de publicidad y obligación de transparencia. Lo llamaron “ley anti-fast fashion” y su objetivo era claro: frenar el consumo voraz de prendas baratas que contaminan sin piedad.
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¿Qué innovó esta ley?
A medio camino entre cuento y realidad, diseñaron una definición precisa: ultra fast fashion, basada en volúmenes de producción y lanzamientos diarios. Las empresas que caigan en esa categoría pagarán entre €5 y €10 por prenda hacia 2030, o hasta el 50 % del precio. Además, se incluyó un toque mágico: un decreto definirá límites concretos y exigirá mensajes sobre reparación, reciclaje y huella ambiental al consumidor .
¿Por qué es histórica?
Porque es la primera ley en el mundo que regula el modelo de negocio ultra‑rápido basado en ropa casi desechable. El Senado francés la respaldó en junio de 2025 casi por unanimidad, apuntando directamente a gigantes como Shein y Temu.
¿Y México? ¿Se unirá?
México aún no ha aprobado una ley específica contra el fast fashion. Sin embargo, en 2021 se promulgó la Ley General de Economía Circular, cuyo objetivo es reducir residuos y fomentar prácticas sostenibles . También, el partido Verde presentó propuestas para manejar el desperdicio textil en 2024. Pero ninguna norma regula directamente la producción rápida ni aplica impuestos o vetos publicitarios como en Francia.
En resumen, Francia marca el camino con una herramienta contundente, mientras que México va avanzando en derroteros amplios, pero todavía no hay una ley específica anti-fast fashion.
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