Si llegas a Tequila, Jalisco pensando solo en shots y cantinas, te estás perdiendo más de la mitad del viaje. En este rincón jalisciense donde el agave pinta los paisajes, la comida tradicional es un verdadero ritual. Caminando por las calles empedradas, el aroma a maíz, carne asada y salsas tatemadas te envuelve como si alguien te tomara de la mano y te guiara hacia una fondita. Es inevitable: el estómago empieza a cantar antes que el mariachi.
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¿Qué platillos típicos debes probar sí o sí?
Comienza con una birria de chivo estilo Tequila, servida en cazuela de barro y con tortillas recién hechas. El caldo rojizo, especiado y humeante, es un abrazo en forma de comida. A un costado, casi como un secreto bien guardado, el pozole de maíz cacahuazintle también tiene su versión local, con carne de cerdo y chiles secos que aportan un sabor ahumado. Y no te vayas sin probar las tortas ahogadas, porque aunque son más famosas en Guadalajara, aquí tienen su toque especial: pan más crujiente y salsa menos dulce.
¿Y qué hay de lo dulce?
Aquí es donde el agave también se vuelve goloso. Pide unos dulces de agave cristalizado o las tradicionales cocadas, que venden en el mercado y en puestos callejeros. Algunos locales ofrecen helado de tequila: una mezcla curiosamente refrescante, donde el licor no se evapora, sino que se vuelve caricia fría para el paladar.
¿Dónde se esconde la magia gastronómica?
No todo está en los restaurantes lujosos. A veces la mejor experiencia está en un mercadito local, en una cocina familiar o en un puesto donde una señora sirve gorditas con queso fresco y nopales. Comer en Tequila es sentarte a la mesa de la historia y dejar que el sabor te cuente lo que los libros no dicen.
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