El Salto, Jalisco, ha vivido una transformación acelerada durante las últimas décadas. Su cercanía con el Área Metropolitana de Guadalajara, la llegada de parques industriales y el crecimiento poblacional han cambiado el rostro del municipio. Sin embargo, entre calles recién pavimentadas y nuevos fraccionamientos, aún persiste una identidad que se niega a desaparecer.
¿Qué tradiciones se mantienen vivas en El Salto?
Las fiestas patronales siguen siendo uno de los pilares culturales más fuertes. En barrios como San José del 15 y Las Pintas, los habitantes organizan celebraciones en honor a sus santos, con procesiones, música de banda y el tradicional castillo de fuegos artificiales que ilumina el cielo cada año.
También perduran las peregrinaciones al templo del Señor del Salto, las danzas tradicionales de los tastoanes y las ferias locales, donde se mezclan la fe, la convivencia y el comercio, recordando los orígenes rurales del municipio.
¿Cómo logran las familias preservar sus costumbres?
A pesar del crecimiento urbano, muchas familias mantienen vivas las recetas tradicionales, los rezos comunitarios y las festividades familiares que se transmiten de generación en generación. En los hogares todavía se preparan platillos como la birria, el pozole y los tamales para celebrar fechas importantes, reforzando los lazos vecinales y familiares.
¿Cuál es el valor de estas tradiciones para la comunidad?
Más allá de la nostalgia, las tradiciones son el vínculo entre pasado y presente. Representan el orgullo de una comunidad que, aunque avanza hacia la modernidad, no olvida sus raíces.
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