El coxsackie ataca principalmente a niños menores de 5 años, causando síntomas como fiebre alta, malestar general, dolor de garganta, falta de apetito y ampollas o llagas en boca, manos y pies. Estas ampollas se vuelven úlceras dolorosas. A diferencia del sarampión, es mucho menos transmisible y no existe vacuna ni antivirales para tratarlo. Los expertos señalan que no es una enfermedad grave y su tratamiento consiste en aislamiento y recuperación en casa. Para evitar la transmisión, se recomienda evitar el contacto con otros niños, especialmente en entornos escolares.
Con información de: Gustavo Cárdenas
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