Cada 8 de noviembre se celebra el Día Mundial del Urbanismo, una fecha que invita a reflexionar sobre cómo las ciudades crecen, se transforman y se adaptan a las necesidades de quienes las habitan. Y mientras muchas urbes del planeta optaron por entubar o desviar sus ríos en nombre del progreso, otras decidieron hacer justo lo contrario: abrirlos, limpiarlos y devolverlos a la vida pública.

¿Qué significa recuperar un río dentro de la ciudad?

Reabrir un río no es solo una obra de infraestructura. Es una declaración de principios: reconocer que el desarrollo urbano puede convivir con la naturaleza. En lugares como Seúl, Oslo o Medellín, los proyectos de restauración fluvial cambiaron no solo la fisonomía del entorno, sino también los hábitos de la gente.

En la capital surcoreana, el Cheonggyecheon pasó de ser una autopista elevada a un paseo peatonal que atraviesa el corazón financiero de la ciudad. Hoy, miles de personas lo recorren a diario, y el caudal recuperado funciona como un pulmón ecológico que regula la temperatura local y mejora la calidad del aire.

¿Cómo cambió la vida cotidiana en estas ciudades?

En Oslo, los ríos que durante décadas estuvieron ocultos bajo el pavimento fueron “renacidos” como espacios verdes donde ahora se puede caminar, correr o incluso nadar.

Algo similar ocurre en Copenhague, donde los canales y cuerpos de agua son tan limpios que muchos habitantes se sumergen para refrescarse después del trabajo.

Más allá del espectáculo visual, estas transformaciones redefinieron la relación entre las personas y el agua, integrando la sostenibilidad en la vida diaria.

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