¿Cuántas veces has dicho “sí” queriendo decir “no”? Te pasó, lo sé. Estás en medio de una conversación, alguien te pide un favor, una salida, una decisión… y aunque por dentro gritas que no puedes o no quieres, tu boca dice “sí” y tu alma se retuerce. Esa sensación incómoda se instala como un huésped no invitado. Aprender a decir que no, sin culpa, sin excusas y sin miedo, es un acto de valentía, no de egoísmo. Pero también, saber cuándo decir que sí, incluso cuando da miedo, es abrirle la puerta al crecimiento.
Te podría interesar: ¿Y los tacos? Zayn Malik presume su dotación de dulces mexicanos
¿Por qué nos cuesta tanto decir “no”?
Desde pequeños nos enseñan que decir “no” es rechazar, ser groseros o egoístas. Entonces, empezamos a decir que sí para agradar, para no generar conflicto, para encajar. Pero esa aprobación externa nos va vaciando por dentro. ¿Cuántas veces terminaste en planes que no querías o aceptaste trabajos que no te hacían feliz? El “no” es también una forma de cuidarte.
¿Y si aprender a decir “sí” también es un arte?
Decir “sí” no es solo aceptar lo que llega. Es abrirse a lo desconocido, dar saltos de fe, tomar riesgos. A veces, decimos “no” por miedo al fracaso, cuando en realidad estamos frente a una oportunidad. Detrás de muchos “sí” valientes están las historias que cambian vidas. Pero el sí debe venir desde la convicción, no desde la presión.
¿Cómo encontrar el equilibrio?
La clave está en escucharte. Antes de responder, pregúntate: ¿esto me suma o me resta? Si tu cuerpo se tensa, si tu mente se contradice, tal vez ahí está la respuesta. El equilibrio no se trata de complacer a todos, sino de ser fiel a ti. Aprender a decir sí y no desde la conciencia es un regalo que te debes.
Te podría interesar: VIDEO Le quitan título por decir en TikTok que no aprendió nada
Los efectos de la decisión de Yunes respecto a la Reforma Judicial