Descubre el lenguaje del abanico, el antiguo método de comunicación

Durante la época de la colonia las mujeres usaban un código con este útil objeto en el que podían hablar, aceptar cortejo o hasta seducir con un giro de muñeca.

Jessica Martin
Arte y cultura
Descubre el lenguaje del abanico, el antiguo método de comunicación

No nos vamos a sorprender y pensar que en la antigüedad todo era cortejo con permiso de padres y citas con chaperón, obviamente también los “jóvenes” de esa época tenían sus métodos para mandar mensajes más “sutiles” que enviar una carta, (que bien podría haber sido leída o interceptada), o hacer una declaración “medianamente pública” con ramos de flores. Por eso, las mujeres usaban abanico.

Así como lo leíste, el abanico era el método de comunicación de las parejas, esposos u hombres y mujeres solteros en salones de baile o eventos públicos.

¿Qué nombre llevaba el lenguaje del abanico?

Aunque parece imposible, existe una ciencia que estudia el uso del abanico y su “terminología” en movimientos, denominada “campiología”, que justo estudia el lenguaje del abanico utilizado por las mujeres para comunicarse de una forma gestual, evitando cualquier tipo de comunicación verbal, que si bien, ya no es tan popular, sigue pasándose de generación en generación de fora oral en países como España, por la tradición de Valencia con estos objetos o en Japón con las “geishas”.

Lenguaje de los abanicos

La historia del abanico

Resulta complejo precisar el origen del abanico, no obstante, tiene una historia rastreada por expertos de aproximadamente más de 3,000 años en los que este objeto ha evolucionado cambiando sus componentes, proceso de realización y hasta agregando algunos usos con los años.

Los restos más antiguos son mostrados en pinturas, grabados y una que otra efigie por todo el globo ya sea desde el Antiguo Egipto, Grecia, Roma o Asia hasta su avance e incorporación a las “culturas modernas” en la época de la colonia a mediados de 1500 en México y España.

Los primeros abanicos eran sencillos objetos para avivar el aire del fuego y acrecentar la llama, sin embargo, con el tiempo fueron una declaración de estatus, un objeto para el arte kabuki, la seducción y un símbolo de poder.

En la Edad Media, el abanico o “flabelum” pasa a formar parte de la liturgia cristiana añadiéndose en las misas solemnes y procesiones, (aunque desapareció en el Concilio Vaticano II), pese a ello, logró sobrevivir en un posición “ritual – religiosa”, conservándose hasta hoy día en iglesias de Grecia y Armenia donde recibe el nombre de “rhipidion”.

El abanico instrumento para hablar y seducir

El abanico como objeto de moda y arma de seducción


En Europa los abanicos empiezan a expandirse a partir del siglo XV entre la realeza y la nobleza, y sería en España cuando aparece el abanico plegable alrededor del siglo XVI, elaborados generalmente materiales como la palma, la paja, la seda y las plumas de pavo y algunos de pavorreal, volviéndose una pieza fundamental de los salones de época y complemento indispensable de la moda femenina durante el reinado de Luís XV en Francia, lo que sería, sin querer, la detonación del abanico en todo el continente.

Para el siglo XVIII y hacia el XIX, dejaron de lado las funciones básicas de avivar llamas o refrescar del “bochorno” del calor a las féminas, convirtiéndose como esencial en el arte del cortejo, gracias al “lenguaje del abanico” que servía a las damas de clase alta para comunicarse con el objeto de su interés.

Así el abanico se volvió un arma de seducción de la que las mujeres no se separaban, que además, resultaba “conveniente” para evitar el sofoco por los paseos veraniegos, (qué ironía que mutara tanto la función, ¿no?). Este objeto serviría para codificar un lenguaje de señas que permitiría con el giro de la muñeca decir desde una aceptación a un cortejo romántico, una ruptura, acordar una hora y lugar para una cita e incluso demostrar celos.

¿Qué tal, eh?

Si bien, no hay libro o tratado “popular” que haya codificado cada gesto de forma totalmente certera, sí hay algunos gestos que pasaron por la tradición oral y pudieron ser recabados para que los amantes “conversaran”, aunque, naturalmente no sería de sorprenderse de que cada pareja hubiera podido hacer sus adaptaciones.

Los gestos clave para coquetear con el abanico

El abanico, su lenguaje, señas y significados

Desde iniciar un romance hasta acabarlo, así de rápido podía terminar todo gracias a este pequeño objeto portable y plegable, pero, se podía conversar también mediante algunos gestos:

· Abanicarse rápidamente, significaba “te amo con intensidad”.
· Dejar caer el abanico al suelo o a una superficie, implicaba “ya te pertenezco” y además daba el plus de que él podía ser galante y recogerlo.
· Apoyarlo sobre la mejilla, si es de lado derecho dice “si” y en la izquierda implica “no”.
· Abrir el abanico y cubrirse toda la cara menos los ojos, implicaba “te quiero”.
· Cubrirse la cara con los extremos del abanico hasta la frente es “sígueme cuando me vaya”.
· Poner el abanico cerrado sobre el pecho quiere decir “te amo” y si está abierto y se abanica a esta altura quiere decir “me gustas”, mientras que si te mira fijamente y lo baja de medio rostro al esternón es “sólo somos amigos”.
· Cerrarlo con la mano derecha y ponerlo sobre la mano izquierda era un “me casaré contigo”.
· Abrir el abanico de golpe y pasear los dedos detenidamente sobre las varillas o cerrarlo y abrir sólo algunas, era para acordar una hora para verse.
· Pasar el abanico de un lado a otro era un “lo siento”.
· Apoyar el abanico a medio abrir sobre los labios era una clara invitación a “puedes besarme”.

Sin dudas, este lenguaje era del todo multifacético y anti miradas metiches, ¿no?, lástima que ya sólo lo vemos en el kabuki y el flamenco.

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