Cada mañana frente al espejo, Laura coloca con precisión milimétrica sus pestañas postizas. Las usa desde hace casi un año todos los días, sin excepción. “Sin pestañas no me siento yo”, dice. Y como ella, miles. Sin embargo, detrás de ese glamour diario se esconde un riesgo silencioso que muchas veces se ignora hasta que es demasiado tarde.
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¿Qué le pasa realmente a tus ojos con el uso diario de pestañas postizas?
Lo que comienza como un toque estético puede desencadenar problemas graves: caída de las pestañas naturales, infecciones, irritación constante y hasta daños en la córnea. El adhesivo —que en muchos casos contiene formaldehído— puede provocar reacciones alérgicas o sensibilidades permanentes. Además, la fricción diaria al retirar las pestañas daña los folículos, haciendo que las tuyas crezcan más débiles… o dejen de crecer.
¿Existe una forma segura de usarlas?
Sí, pero no es como crees. Especialistas recomiendan limitar su uso a ocasiones especiales, elegir adhesivos hipoalergénicos y retirarlas con desmaquillantes suaves. También es crucial darle “descansos” a tus ojos, permitiendo que se regeneren.
¿Cómo saber si ya estás en riesgo?
Si sientes ardor, picazón, enrojecimiento o notas que tus pestañas naturales se están volviendo escasas, es momento de hacer una pausa. Ignorar estas señales puede llevar a consecuencias más serias y permanentes. La belleza no debería doler… y mucho menos, dejar cicatrices invisibles.
Usar pestañas postizas puede ser un arte, pero abusar de ellas puede convertirse en una tragedia silenciosa para tu salud ocular.
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