En un video que circula en redes, una joven confiesa que escucha Death Metal para relajarse. Y no es la única. Mientras las guitarras desgarradas, la batería acelerada y los gruñidos guturales parecen diseñados para desatar caos, para muchos representan un refugio emocional. En medio del volumen brutal, encuentran orden, identidad y escape. ¿Cómo es posible? La respuesta tiene más que ver con el interior que con el sonido.
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¿Qué sienten quienes lo escuchan?
Contrario a lo que se podría pensar, estudios han demostrado que este género puede reducir la ansiedad. Las personas no se relajan a pesar del metal extremo, sino gracias a él. El Death Metal les permite liberar emociones reprimidas, conectar con su enojo, tristeza o miedo y transformarlos en algo catártico. En ese estruendo, sienten que alguien grita lo que ellos no pueden decir. El cuerpo se tensa, sí, pero la mente… se aquieta.
¿Tiene base científica esta sensación?
Sí. Psicólogos como Leah Sharman de la Universidad de Queensland han investigado este fenómeno. Descubrieron que después de escuchar Death Metal, los fans no están más agresivos, sino más tranquilos y positivos. Se trata de una experiencia profundamente personal, que ayuda a procesar emociones intensas sin reprimirlas. Lejos de la violencia, hay una danza emocional entre lo oscuro y lo liberador.
¿Y si el ruido no es el enemigo?
Tal vez lo inquietante no es la música, sino nuestra idea de lo que “debería” ser relajante. Para algunos, es el mar. Para otros, el metal. Lo importante no es el sonido, sino lo que despierta por dentro. Así que la próxima vez que escuches un rugido gutural… tal vez estés presenciando a alguien en su momento más pacífico.
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