Cuando era niña, mi abuela sacaba su olla de cobre y decía: “Hoy toca hacer cajeta.” Esa frase era música para mis oídos. El aire de la cocina se llenaba del aroma a leche tibia, azúcar y paciencia. Preparar cajeta casera no es solo cocinar, es invocar recuerdos, honrar costumbres y saborear el paso del tiempo. Te cuento, paso a paso, cómo lograr esa textura espesa y ese dulzor que sabe a infancia en el rancho.
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¿Qué ingredientes necesito para lograr la cajeta perfecta?
Los protagonistas son leche de cabra (1 litro), azúcar (250 g), bicarbonato (1/4 de cucharadita) y una pizca de vainilla. La leche de cabra le da ese sabor auténtico, pero si no tienes, puedes usar leche de vaca (aunque ya no será tan tradicional). Lo importante es usar una olla amplia, preferiblemente de fondo grueso, y una cuchara de madera.
¿Cómo se cocina sin que se corte ni se queme?
Pon la leche en la olla con el azúcar y el bicarbonato. Al primer hervor, baja el fuego y no dejes de mover. El bicarbonato evitará que la leche se corte, y tu paciencia evitará que se queme. Es un proceso lento: entre 1 hora y 20 minutos hasta 2 horas, pero verás cómo la mezcla se va tornando dorada y espesa, como un caramelo cremoso.
¿Cómo saber cuándo está lista y cómo conservarla?
Cuando la cuchara deje ver el fondo de la olla al pasar y la mezcla caiga como hilo grueso, está lista. Retírala del fuego y vierte en frascos esterilizados. Puedes guardarla por semanas en refrigeración. Úntala en pan, acompaña tus hotcakes o disfrútala a cucharadas.
Hacer cajeta es un ritual dulce, lento y entrañable. Y cuando le das la primera probada, entiendes que todo el esfuerzo valió la pena.
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