Antes de ser un ícono del cine y la literatura popular, Tarzán fue un espejo de los miedos, fantasías y contradicciones de su tiempo. Creado en 1912 por Edgar Rice Burroughs, el personaje del niño huérfano criado por simios tiene raíces más oscuras que las simples aventuras en la jungla; detrás del mito hay ecos de colonialismo, esclavitud y explotación en África.
¿Qué inspiró realmente la historia de Tarzán?
Diversos críticos literarios señalan que Burroughs se inspiró en los relatos sobre el Congo belga y las atrocidades cometidas durante el auge del imperialismo europeo. Tarzán representa, bajo una narrativa de supervivencia y “civilización”, las tensiones entre naturaleza y cultura, entre dominación y pureza salvaje.
Aunque no existen pruebas directas de que el autor pretendiera escribir una denuncia, su novela terminó funcionando como una alegoría sobre la violencia colonial y la visión occidental del “otro”. Más de un siglo después, el héroe selvático sigue siendo un símbolo fascinante de cómo la literatura puede disfrazar la historia bajo pieles exóticas y rugidos heroicos.












