Día Mundial de la Fotografía: El mito aterrador de que las cámaras robaban el alma

Desde su invención en el siglo XIX, la fotografía fascinó y asustó por igual. No todos estaban listos para ver su imagen atrapada en un papel. Surgió un mito inquietante: tomar una foto podía capturar el alma de la persona, dejándola vulnerable o incompleta. Este temor llevó a que muchos rechazaran posar frente a una cámara, especialmente en culturas donde la espiritualidad y el cuerpo eran sagrados.

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En varias comunidades, especialmente en África y Oceanía, la imagen era considerada más que apariencia física: era un reflejo del espíritu. Creían que la cámara tenía el poder de extraer esa esencia, dejando al sujeto sin protección ante fuerzas invisibles. Este mito se fortaleció cuando la fotografía comenzó a extenderse rápidamente, provocando miedo y fascinación al mismo tiempo.

Algunas familias evitaban ser fotografiadas, mientras que otras realizaban rituales de protección antes de posar. Desde cruces hasta oraciones, la intención era proteger el alma de lo que consideraban un secuestro espiritual. Incluso hoy, algunas tradiciones mantienen la cautela frente a retratos fotográficos, recordándonos que la imagen siempre ha tenido poder simbólico.

Hoy, la fotografía es celebrada mundialmente cada 19 de agosto, recordándonos su capacidad para congelar momentos y emociones. Lo que antes generaba miedo, ahora inspira creatividad y conexión. Aunque ya no tememos que las cámaras roben nuestra esencia, la historia nos invita a valorar cada clic como un acto de magia y memoria.

Este mito, fascinante y aterrador, nos enseña que cada foto tiene historia, y que detrás de la imagen siempre hay un poco de misterio.

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